60 minutos a oscuras: el Golden Gate, la Torre Eiffel, el Coliseo, las pirámides de Egipto, el Times Square, la Puerta de Alcalá… 1000 millones de personas, según la WWF, secundaron el año pasado la Hora del Planeta, una campaña de concienciación sobre el cambio climático que insta a los ciudadanos a apagar las luces durante 60 minutos. Según el Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu, se trata de “uno de los movimientos sociales más grandes jamás vistos por la humanidad”.
Manuel Enrique Figueroa, director de la Oficina de Sostenibilidad, lleva años investigando el problema del cambio climático y ha sido un observador privilegiado de la transformación que ha experimentado la sociedad en este sentido: “la población se ha concienciado de que existe un problema que se denomina cambio climático, que es grave y que puede tener consecuencias preocupantes”.
El catedrático de Ecología se plantea la Hora del Planeta desde una doble perspectiva: la acción individual y la acción política. “Mucha gente se pregunta si el acto de apagar la luz en tu casa es un símbolo o sirve realmente para no aumentar las emisiones de CO2”.
Para Figueroa, como postura ética individual, “se alcanza una meta importante”, pero cree que “hay que trasladar estos comportamientos de casa al trabajo” y apostar por “la acción política”.
El director de la Oficina de Sostenibilidad incide en algo esencial: para parar el cambio climático es necesario “un cambio de sistema” que se base “en el ahorro real de recursos, las energías alternativas y una política basada en el reparto y no en el crecimiento incontrolado de una minoría”.
El protocolo de Kyoto tenía, según Figueroa, “la virtud de ser un compromiso potencialmente global”, que planteaba “cuestiones interesantes como los mecanismos de desarrollo limpio o el comercio de emisiones”.
“El problema es que no ha sido asumido por los principales productores de dióxido de carbono”, afirma el catedrático de la Hispalense.
Respecto a la próxima cumbre contra el cambio climático, que se celebrará en Durban a finales de año, Figueroa afirma que “vistos los resultados de las cumbres posteriores a Kyoto, no creo que la siguiente cumbre avance más que las otras. El tema del modelo de crecimiento en los países emergentes impide tomar medidas contundentes contra el cambio climático”.
Sin embargo, considera que, en la lucha contra el cambio climático, “no hay que perder la esperanza”. La Hora del Planeta es un motivo más para no hacerlo.
Alejandro Ávila