Susana Redondo

Hablamos con Susana Redondo Gómez, catedrática de la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla, sobre el trabajo que desarrolla su grupo de investigación, Ecofisiología Vegetal Aplicada, en el campo del uso de plantas para descontaminación de suelos y adaptación al cambio climático.

Vuestro grupo de investigación se centra en el estudio de las plantas halófitas. ¿A qué hace referencia este término?

Las halófitas son plantas que son capaces de crecer en ambientes con determinada concentración de sal, como las marismas, donde otras plantas no pueden crecer. Mi investigación, junto con el trabajo de Enrique Mateos y otros investigadores, se centra en las plantas halófitas siguiendo varias líneas. Este tipo de plantas pueden ayudarnos frente a procesos de contaminación por compuestos orgánicos e inorgánicos, como los metales pesados, o en el problema de la salinización del suelo.

Vamos por partes ¿Cómo las plantas halófitas pueden ayudarnos a limpiar los suelos contaminados con metales pesados?

Existen halófitas que son capaces de acumular o de estabilizar metales pesados, con lo cual dejan de estar disponibles. Esta aplicación se conoce como fitorremediación, que es usar las plantas para limpiar cualquier medio contaminado. Sirve tanto para aguas, suelos y aire. También se habla de distintos tipos de fitorremediación según lo que haga la planta con el contaminante. Lo puede volatilizar, estabilizar en las raíces, acumular en sus tejidos, etcétera. Pero debemos tener en cuenta que esto funciona cuando la contaminación está localizada en la zona de intervención de las plantas. Es decir, a niveles del suelo que no estén al alcance del sistema radicular, pues lógicamente las plantas no van a hacer ninguna limpieza. Por otro lado los niveles de contaminación deben ser moderados. Si la contaminación es extrema, la técnica no será efectiva para ello. Además con este método no debemos tener mucha prisa, porque las plantas necesitan su tiempo para retirar los contaminantes.

Por último, hay que tener en cuenta también que luego hay que procesar las plantas correctamente. Si la planta lo acumula en las hojas y dejas que llegue cualquier herbívoro y se las come, pues pasará a la cadena trófica y seguirás teniendo el mismo problema o incluso lo estarás acuciando. Pero si las procesas correctamente, por ejemplo incinerándolas, pues eliminas ese problema. Incluso existen ciertos trabajos que buscan cómo recuperar ciertos metales a partir de esa cosecha. Se toma la parte aérea, se incinera y se recuperan algunos metales como por ejemplo el oro.

La sobreexplotación de acuíferos ha generado un grave problema para la agricultura: la salinización de los suelos. Has apuntado que las plantas halófitas también nos pueden ayudar con este problema. ¿Cómo es esto posible?

La fitodesalinización es un tipo de fitorremediación en el que el contaminante es la sal, sobre todo cloruro sódico pero también hay otras sales. Las plantas intervienen de la misma manera que para otros contaminantes. ¿Cómo es capaz de realizarlo la planta? Pues son los propios mecanismos que tienen de adaptación a la sal los que les permiten tener esa función. La mayoría de las plantas halófitas que trabajamos lo que hacen es acumular la sal en vacuolas, en zonas donde no perjudican otros orgánulos más sensibles.

Hemos estudiado distintas halófitas y encontramos que en el caso de algunas de ellas, son capaces de retirar bastante concentración de sal. En este punto se pueden usar en suelos agrícolas para recuperarlos. Por ejemplo, en Túnez tienen un gran problema de salinización. En este país han estudiado el efecto de sembrar determinadas halófitas y transcurrido un tiempo probar con cultivar trigo. Después de la intervención de la halófita, los cultivos crecen cuando previamente no lo hacían.

Otro de los puntos de vuestra investigación es el estudio de la rizosfera que acompaña a las plantas halófilas ¿A qué os referís cuando habláis de rizosfera?

La rizosfera es la parte del suelo que está pegada a la raíz y que está influenciada por las plantas. Esta investigación la estamos realizando dentro de un proyecto financiado por el Plan Estatal en el que estudiamos las plantas halófitas y sus relaciones rizosféricas, con el objetivo de encontrar herramientas para la adaptación de la agricultura al cambio climático. Lo que a nosotros nos interesa de la rizosfera de las halófitas son las bacterias que crecen en la superficie de las raíces. Entre esas bacterias hay muchas que tienen propiedades promotoras del crecimiento de las plantas. Otras permiten que la planta tolere mejor el estrés a la que está sometida.

Hemos estudiado las bacterias rizosférica, las hemos aislado y visto sus propiedades. Después la idea de este proyecto es aplicar esas bacterias a cultivos tradicionales o alternativos para ver si mejora la tolerancia de los cultivos a condiciones de estrés abiótico. Sobre todo nos interesan los escenarios que plantea el cambio climático: más CO2, mayor temperatura, salinización de suelos y estrés hídrico. Frente a estos tipos de estrés, probamos estas bacterias y vemos si sirven. Además no sólo vemos una única bacterias, sino que buscamos el efecto combinado de varias bacterias. Una te permitirá crecer más, la otra amortigua la sensación de estrés, otra hace que la planta tenga mejor nutrición, etc.

Con estas combinaciones bacterias creáis biofertilizantes que pueden ayudarnos a la adaptación al cambio climático ¿Cómo funcionan?

El hecho de usar biofertilizantes en esta línea no es nuevo. Lo que ocurre es que se usan bacterias que no son autóctonas de los sitios, entonces el desarrollo de la bacteria y los beneficios son menores. Cuando se trata de organismos autóctonos el desarrollo de la rizosfera en mayor. Lo que nosotros tratamos es por un lado usar bacterias que comparten hábitat con determinadas halófitas, lo cual supone emplear bacterias autóctonas en esos cultivos. Y después, por otro lado, al ser bacterias que se encuentran en la rizosfera de plantas que toleran condiciones bastante extremas, pensamos que son microorganismos que van a estar mucho mejor adaptados que otros. También aportamos un punto novedoso al estudiar estos biofertilizantes en varias condiciones de las que se prevén para el escenario de cambio climático. Lo normal es ver la respuesta frente a un factor concreto o un par de factores, pero no se tiene en cuenta el conjunto.

Por otro lado, estos biofertilizantes son más amigables con el medioambiente. Son microorganismos que están en la zona y lo que se hace es sobreexpresarlos. Consiguiendo incrementar el efecto positivo que tienen esos organismos sobre la planta. Pero no produce ningún tipo de contaminación ni perjuicio medioambiental.

También proponéis usar plantas halófilas como cultivos alternativos ¿Se podrían convertir estas especies en parte importante de nuestras ensaladas?

De hecho, ahora ya lo son pero no como parte importante. Hay varias halófitas de las que ya nos alimentamos. Algunas como la salicornia o la sarconcornia se comercializan, pero a nivel gourmet. Es un producto muy valorado. Si recurrimos a este tipo de cultivos capaces de crecer en condiciones extremas, pues pueden ser una alternativa para aprovechar terrenos que se habían dado de lado por el problema de los estrés abióticos. Esto también daría una nueva oportunidad para determinados municipios al poder sacar rendimientos de estas zonas.

Tras las últimas cumbres sobre cambio climático, se habla de adaptarnos al cambio climático en vez de frenarlo. ¿Crees que hemos perdido una oportunidad?

Yo creo que tiene que ser un poco las dos cosas. Lo que no podemos decir es que como esto no tiene solución, vamos a seguir haciendo las cosas mal que ya nos acomodaremos. No puede ser eso. Está bien adaptarse frente a aquellos efectos que ya son inevitables y no puedes controlar. Pero debemos hacer todo lo posible para intentar frenarlo, porque sólo puede ir a peor.

¿Crees que la agricultura, que será uno de los grandes afectados por cambio climático, está encaminada hacia la adaptación?


No creo que esté adaptada. Hay aún mucho por hacer y de hecho no tenemos los medios para que realmente se pueda producir esa adaptación. Incluso contando con la base de que se va a mitigar también el efecto de cambio climático. Pero es verdad que le queda mucho recorrido al sistema agrícola español. Existen problemáticas como el riego que va a generar dificultades de salinización en el suelo. Realmente ahora mismo no se están barajando las alternativas que serían necesarias. Y probablemente en el futuro aún sea más complejo esto. Tendremos un desajuste entre soluciones y problemas a los que tendremos que hacerle frente.