Todo lo que usamos produce residuos, es un principio termodinámico del que no podemos escapar. A veces, residuos muy peligrosos. Muchas cosas que manejamos o utilizamos han producido en su fabricación residuos que se acumulan en lugares que, normalmente, ignoramos. Todos vimos hace meses la tragedia de Hungría. Mareas de lodo tóxico envenenando el país. Hace años vivimos el episodio de Aznalcóllar.
Quizás nunca nos hemos preguntado: Nuestra forma de vida, nuestras necesidades, cuántos acumulaciones de residuos producen? ¿Son peligrosos? ¿Donde están? ¿Son seguros sus almacenamientos? En España hay más de 500 balsas mineras y de residuos industriales abandonadas.
Ante esta situación solo cabe esperar que se controle el tema para no vivir la riada tóxica roja que, meses después, sigue viviendo y sufriendo Hungría. Que se tomen las medidas oportunas para que no ocurran en este país más accidentes como el de Aznalcóllar. Que se controle de forma adecuada la salud y la calidad ambiental de los entornos de los depósitos tóxicos que existan. Que se retiren de los entornos con población confinándolos en recintos de seguridad.
Y si no es posible retirarlos, que se sellen de forma segura, para hoy y las generaciones futuras. Y que nos planteemos si podemos vivir sin generar residuos peligrosos, para que no existan trenes de muerte recorriendo Europa.