El móvil de todas las sospechas

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la OMS ha entrado de lleno en la polémica sobre el uso del móvil: hoy mismo ha publicado las conclusiones del informe sobre las emisiones electromagnéticas y ha clasificado el teléfono móvil como agente 2B.


«La evidencia, sin dejar de seguir buscando, es lo suficientemente fuerte como para justificar […] la clasificación de este agente como 2B«. Y eso significa que «puede haber algunos riesgos y que por ello se debe mantener una estrecha vigilancia sobre los vínculos entre teléfonos móviles y el riesgo de cáncer«. O dicho de un modo más contundente: el agente es «posiblemente cancerígeno en seres humanos».


Ante una afirmación de este calibre, debe regir lo que la Unión Europea define como principio de cautela y que “puede invocarse cuando es urgente intervenir ante un posible peligro para la salud humana, animal o vegetal, o cuando éste se requiere para proteger el medio ambiente en caso de que los datos científicos no permitan una determinación completa del riesgo”. Es decir, no se trata tanto de eliminar el uso del móvil en este momento como de moderar su uso y tomar una serie de prevenciones en su utilización cotidiana.


La Sociedad Española de Protección Radiológica ha realizado un decálogo de recomendaciones para reducir el impacto negativo de las ondas electromagnéticas de los teléfonos móviles sobre la salud humana.

La SEPR aconseja en primer lugar, leer la guía que viene con el teléfono, ya que “contiene instrucciones y consejos útiles para la seguridad en el uso del equipo” y proporciona información sobre la SAR (tasa de absorción específica), es decir, “el nivel de exposición máxima cuando el teléfono es utilizado en contacto directo”.

Recomienda, en segundo lugar, el uso de auriculares, ya que “permite usar el teléfono fuera del contacto con la cabeza”. Ese hábito y sustituir algunas llamadas por mensajes de texto (SMS) permite “minimizar el nivel de exposición de órganos potencialmente sensibles o vulnerables”.

La tercera recomendación de la SEPR alude a las personas con implantes eléctricos (marcapasos, neuroestimuladores o bombas de insulina) y les recomienda que alejen “el teléfono de la zona donde se ubique implante”.

Telefonear desde zonas con buena recepción resulta primordial, ya que “en áreas con mala cobertura el teléfono se ve obligado a emitir con mayor potencia a fin de mantener la conexión con la estación base”: es mejor no llamar desde ascensores, garajes o sótanos…

En ese sentido, también se aconseja no cubrir la antena del teléfono con la mano, ya que así se obliga al teléfono a “incrementar su potencia de emisión”.

Dos normas básicas de seguridad son “observar las normas de restricción de uso en ambientes vulnerables” (aviones y hospitales) y no utilizar el teléfono mientras se conduce, ya que las distracciones aumentan el riesgo de sufrir accidentes.

En octavo lugar, la SEPR recomienda que no se “acerque el teléfono a la cabeza hasta que se haya establecido la conexión”, ya que “es durante esos primeros segundos cuando el teléfono lanza un pico de emisión de alta potencia para localizar la estación base más cercana y ubicarse en la red”.

Utilizar el móvil en el AVE también entraña un cierto riesgo, porque “el teléfono debe ir estableciendo conexiones consecutivas con las diferentes antenas que encuentra a su paso”, de modo que el usuario se ve sometido “a varios de esos pulsos de alta potencia”.

Por último, la SEPR insta a los padres a que eduquen a sus hijos en el uso responsable del móvil.