¿Qué son esas estelas dejadas por algunos aviones que se advierten en el cielo durante largo rato? Son muchas las teorías que responden a esta pregunta, pero las autoridades continúan sin confirmar la respuesta.
Los denominados chemtrails, abreviación del inglés chemical trail, son estelas formadas por productos químicos que aviones diferentes a los convencionales dejan a su paso y que se pueden apreciar desde finales de los años noventa.
No se debe confundir este término con el de contrail, que hace referencia a las estelas de condensación de los vuelos internacionales y a aquellas motivadas por la dispersión de sustancias químicas para fines como fumigación o sembrado de nubes. Mientras que estas estelas permanecen en el cielo unos segundos, las de los chemtrails lo hacen durante varias horas, hasta formar densas nubes que dejan a su paso una especie de neblina formada por pequeñas partículas o filamentos, parecidos a los hilos de las telas de araña y de gran tenacidad.
En cuanto a su composición, las investigaciones realizadas en Estados Unidos descubrieron sustancias tóxicas como bario y aluminio en las estelas químicas. Diversos colectivos consideran que se enmarcan en proyectos de geoingeniería, ciencia basada en la intervención en el clima a escala global actuando sobre la atmósfera y la estratosfera. El problema es que esta nueva ciencia puede convertirse en una potente arma para controlar las condiciones atmosféricas. De hecho, son muchos los que le atribuyen la capacidad de influir en huracanes y terremotos.
Uno de los proyectos de mayor envergadura en la geoingeniería es H.A.A.R.P. (High Frequency Advanced Auroral Research Project), iniciativa de las fuerzas aéreas norteamericanas que, a través de antenas situadas en Alaska y de una serie de satélites, pueden penetrar en la atmósfera mediante ondas de radio de alta frecuencia. Incluso, los más críticos vinculan H.A.A.R.P. con los terremotos de Haití y Chile.
Volviendo a los chemtrails, las investigaciones (no oficiales) realizadas, atribuyen al fenómeno, cuyas estelas han sido vistas en la mayor parte del mundo, excepto en China y en algunas partes de África, efectos secundarios como irritaciones oculares, alergias, bronquitis o fatiga.
Asimismo, la elevada neurotoxicidad del aluminio es un factor determinante en encefalopatía, osteopatía, anemia y Alzheimer, mientras que la contaminación crónica por sales de bario puede provocar esclerosis múltiple y otras patologías neurodegenerativas. Todo ello, unido a la proliferación en los últimos años de asma, gripes, problemas respiratorios y neumonía, contribuiría al aumento del consumo de medicamentos y vacunas y, por tanto, al debilitamiento del sistema inmunológico.
En cuanto a las consecuencias sobre el medio ambiente, los chemtrails podrían influir en la variación del PH del terreno, la sequía, la muerte de algunos insectos muy útiles, como las abejas, y de bacterias necesarias para la absorción de nutrientes en las plantas.
Aunque estos hechos sean desconocidos por la mayor parte de la opinión pública, científicos, médicos e incluso periodistas están llevando a cabo investigaciones. Este es el caso de la periodista independiente Caroline-Williams Palit, que considera que los chemtrails transmiten ondas electromagnéticas a través del calentamiento de la ionosfera.
No obstante, a pesar de los intentos por parte de estos colectivos de que la sociedad conozca lo que está ocurriendo, la mayor parte de la gente ni siquiera se plantea qué son esas extrañas estelas que ciertos aviones dejan a su paso.
Isabel Barragán Vera